Cuando se realiza una valoración global del paciente mayor, junto con el apunte de antecedentes médicos, alergias, tratamiento y demás datos, se debe hacer una valoración de la situación basal. Utilizamos tres campos: una valoración del estado funcional (actividades básicas e instrumentales de la vida diaria), otra del estado cognitivo y por último una valoración social.
En la valoración funcional se pregunta acerca de la ejecución o no de las actividades básicas de la vida diaria, es decir, si puede de manera independiente comer, vestirse, asearse…, o necesita algún tipo de ayuda. También se hacen preguntas en relación con la continencia de esfínteres (vesical y rectal) y el uso del wc. Posteriormente se valora la autonomía en los traslados (independiente, uso de bastón, silla de ruedas…). En este ítem funcional también se realizan preguntas en relación con las actividades instrumentales: uso del teléfono, del transporte, realización de compras… Estos datos se trasladan a escalas de valoración funcional tales como el indice de Barthel, Katz, escala funcional de la Cruz Roja, Plutchik…, para valoración de actividades básicas y la escala de Lawton, por ejemplo, para las funcionales.
En la esfera cognitiva, se suele comenzar con preguntas en relación a posibles fallos de memoria, percibidos por el paciente u objetivados por la familia, así como cambiaos en el carácter, en la ejecución de actividades previas, labilidad emocional… Se suelen pasar unas escalas de screening tales como el cuestionario de Pfeiffer. En caso de querer descartar deterioro cognitivo se realizaría una valoración completa mediante otros test tales como el MMSE, test del reloj, GDS, test de los 7 minutos,etc.. En este campo también debemos valorea alteraciones del ánimo pues en ocasiones, una depresión no tratada se puede confundir con una demencia. Entre las escalas de valoración afectiva encontramos: Yesavage, Hamilton, Beck, Zung…
En la esfera social es donde hay que valorar las condiciones en las que vive la persona mayor, los apoyos familiares y estructurales. Un paciente frágil que vive en un octavo sin ascensor y sin apoyo familiar o de alguna persona cuidadora, suele presentar con mas frecuencia síndromes geriátricos (caídas, mala nutrición, depresión…). De ahí la importancia de este campo, de ver con quien cuenta (cónyuge, hijos, vecinos, amigos..), que recursos necesita (asistencia domiciliaria, centro de día..), situación económica, etc… Cuando hay un cuidador principal, también hay que valorar el grado de sobrecarga de éste. Como escalas de valoración social encontramos: OARS, Gijón, Filadelfia, Zarit…
Una vez estimadas estas esferas, junto con el resto de actuaciones de una actuación clínica, nuestros juicios diagnósticos y tratamientos estarán mucho mas encaminados a una buena praxis lo que conlleva una mejoría global en el paciente valorado.